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Ayer en el programa Mirá que se emite por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "No se puede estar bien con Dios y con el diablo". En la misma el periodista afirmó que en el país al coronavirus se lo está usando para la impunidad generalizada: "o estás del lado de los corruptos, o estás del lado de los que denuncian, investigan y son víctimas", afirmó. 

Alberto Fernández es el presidente con más poder de toda la historia reciente de la Argentina. Gobierna por decreto, bajo una emergencia económica, financiera, social, alimentaria, de salud, educación y, como si esto fuera poco, también manda en vastos sectores de la justicia. En los próximos días puede enviar al país al default, y nadie podría evitarlo. Opina sobre todo y sobre todos.

Ayer, los jefes de los gobiernos de la Ciudad, y las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, se preguntaban si lo de Alberto Fernández, anunciando un permiso para salir de los domicilios hasta un radio de 500 metros durante una hora, para todo el país, había sido un error involuntario, de comunicación, ambos, o una jugada política multipropósito. Como sea, los que pagaron el costo político de salir a aclarar fueron ellos. Se sabe: no gozaremos de ese beneficio ninguno de los habitantes de estos cuatro distritos.

Hoy en la emisión del programa La Cornisa por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "Alberto aferrado a la pandemia, Cristina, a su ego y un fondo millonario". En la misma el periodista se refirió al presidente Alberto Fernández y a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el contexto de la pandemia. "Cristina quiere posicionarse a la izquierda de Alberto y recuperar la centralidad perdida", afiró Majul en un fragmento del comentario. 

El domingo 26 de abril a las 21 horas, en La Cornisa por La Nación +, se presentará una nueva investigación exclusiva. Su título: “La Cajita Feliz”.

Cuando todavía no se terminaba de acomodar en su nuevo rol de protector y cuidador de los argentinos con miedo al coronavirus, Alberto Fernández ya aparece en el medio de una tormenta perfecta. La demanda de alimentos al Estado es cada vez mayor, y más sostenida, y no alcanza a ser satisfecha. Para colmo, se paralizó unos cuántos días, como consecuencia de la denuncia de sobreprecios que cobraban los intermediarios y pagaba tarde y mal, el propio Estado.

Alberto Fernández dice que no quiere perder el contacto con la gente de a pie. Lo dice, y, en parte, lo hace, desde siempre. Cuando era jefe de gabinete llevaba a Estanislao al colegio en su propio auto. Era una manera de pasar aunque sea unos minutos juntos, ya que estaba separado de la mamá. La semana pasada se metió en una barriada de Lanús, para comprobar cómo se cumplía allí la cuarentena. Como si eso fuera poco, definió a su administración como “un gobierno de científicos”.

El gobernador de Cordoba, Juan Schiaretti, se bajó el sueldo un 45 por ciento. Lo hizo durante los próximos cuatro meses. En Mendoza, ningún funcionario público puede cobrar más de 50 mil pesos hasta que amaine la pandemia. El jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, propone reducir los sueldos de los funcionarios un 25 por ciento. Pero el presidente Alberto Fernández sigue sosteniendo, por ahora, que bajar el salario a los funcionarios públicos de la administración nacional sería una medida demagógica, porque no tendría ningún impacto real en el gasto público.

Ayer en el programa Mirá por la señal La Nación Más, Luis Majul presentó una columna editorial con el siguiente título: "La ANSES es un queso gruyere". En la misma el periodista se refirió a fallas en la gestión de la ANSES y a las miles de personas a las que ese organismo les rechazó el acceso a la IFE con respuestas desopilantes. A continuación el vider completo:

La reunión entre el Presidente y el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla fue muy corta. Alberto Fernández le llamó la atención, le explicó que no podía cortarse solo, y menos pidiendo la prisión domiciliaria o la libertad para casos tan sensibles como el de Ricardo Jaime y Martín Báez y lo despidió. Usó el mismo método que había aplicado con el responsable de la Anses, Alejandro Vanoli, después de aquel viernes negro en el que los jubilados salieron en malón a buscar dinero a los bancos.